El aluminio se consolida cada vez más como un material clave en los proyectos arquitectónicos que buscan combinar diseño, eficiencia energética y compromiso ambiental. En 2025, las tendencias globales apuntan hacia una construcción más responsable, y el aluminio cumple un rol central gracias a sus múltiples atributos.
Desde la eficiencia energética, los sistemas de carpintería con ruptura de puente térmico (RPT) se posicionan como una de las principales innovaciones. Este tipo de aberturas permite mantener la temperatura interior más estable, reduciendo el uso de calefacción o aire acondicionado. Esto se traduce en un menor consumo de energía y en una mejora en la calificación energética de los edificios, algo cada vez más valorado tanto por desarrolladores como por usuarios finales.
En términos de sustentabilidad, el aluminio es uno de los materiales más nobles. Es 100% reciclable, y su proceso de reutilización no compromete su calidad ni resistencia. Muchas carpinterías ya trabajan con aluminio reciclado, logrando una reducción considerable en su huella de carbono. Además, al ser liviano, reduce los costos de transporte y facilita el montaje en obra.
A nivel de diseño, el aluminio permite soluciones arquitectónicas audaces: fachadas integrales de vidrio y aluminio, superficies vidriadas de gran tamaño, y perfiles delgados que maximizan la entrada de luz natural. Este último punto es clave en la arquitectura bioclimática, que busca aprovechar al máximo los recursos naturales disponibles. En ese marco, también se incorpora tecnología de control solar, mediante parasoles o vidrios especiales, que regulan la incidencia del sol según la orientación del edificio.
En definitiva, el futuro es verde, y el aluminio no solo está preparado, sino que lidera la transformación hacia una arquitectura más eficiente, moderna y comprometida con el entorno.